La celestina

La celestina

Tenía que cuidar de mi ahijada esa tarde mientras mis amigos iban a una prueba médica. A pesar de la confianza me sentía nervioso por la responsabilidad. Conocía las costumbres y las rutinas de la niña. Como hacía bueno decidí salir al parque al que suelen ir. En el parque había más niños y enseguida empezaron a saludarla todas las madres. Me relajé pero me di cuenta de lo difícil que es mantener una conversación con los demás mientras tus ojos siguen todos los movimientos de los niños, es agotador. 

Ya me tenían fichado las otras madres, sabían de sobra quien era y la niña se encargaba de recordárseloa todos: es mi padrino y hoy me cuida porque mis padres van al médico. Todo lo cuentan...  
Me llamó la atención un padre que estaba con su hijo, me llamó la atención sobre todo porque era algo amanerado, pero veía como disfrutaba con su hijo. Enseguida empezamos a hablar intentando no perder de vista a los niños.
Llegando ya la hora nos despedimos y agradecí su compañía. 

Días después me volvió a tocar cuidar de nuevo a mi ahijada, tocaba recoger los resultados del médico como se lo recordó la niña a todos...  
Volvimos a ir al parque y se repitió la historia del otro día. Enseguida empezamos a hablar el otro chico y yo. Al cabo de un rato llegaron mis amigos y en cuestión de un minuto se habían ido todos y solo estábamos Juan y yo. Miré para los lados y dije: vaya parece que nos hayan querido dejar solos. Sí, me responde él, tengo la sensación de que nos han querido emparejar. Le pregunto por su hijo a lo que me responde que es su sobrino. 

Nos vamos a tomar algo y vemos como mis amigos, su hermana y el resto de padres y madres nos miran con una sonrisa enorme. Era evidente que nos habían hecho de celestinas. Seguimos paseando y hablando, tenía una sonrisa preciosa. Yo no suelo ser de los que dan el primer paso, pero esta vez me lancé. -Te quieres venir a casa? -Estás seguro? me respondió. Asentí y nos fuimos en mi coche. 

Nada más entrar nos besamos, empecé a quitarle la ropa hasta dejarle en... suspensorio! Sí que iba preparado. No pude evitar agarrar esas cachetudas nalgas mientras él me mordía los pezones, me bajó el slip y comenzó a comer mi polla, me la había rasurado y estaba muy suave. Le quité el suspensorio y su polla también estaba rasurada y aún más suave que la mía, antes de que me diese cuenta ya la tenía en mi boca. De ahí nos fuimos al dormitorio. 

Continuamos besandonos, jugando con nuestras pollas, con nuestros huevos... Uf, como me ponen esos huevos afeitados tan suaves, ese pecho con algo de vello. Me mira y me pone delante ese precioso culito, me pongo un condón y empiezo a penetrarle, dilataba con mucha facilidad y eso nos hacía disfrutar a los dos como nunca. Estuvimos un buen rato hasta que él se corrió. Enseguida me quitó el condón y comenzó a mamar mi polla hasta que me corrí en su boca. Nos acurrucamos en la cama y cuando nos dimos cuenta eran las 3 de la mañana. 

¡Me supo!

Publicado por: discr-tfe
Publicado: 13/03/2016 22:52
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