Trío con Juan Catalán

Mi mujer conoció a Juan en una página de internet y después de hablar varios días y pasarlo al wasap, decidió que quedáramos los tres para vernos. Raro fue, sabiendo cómo es ella, que quedásemos directamente en el bungaló donde se hospedaba, pero así fue. Llegamos con varias cervezas que tenían el perro bien azul y nos sentamos cómodamente a tomarlas, hablar y conocernos. No recuerdo la ropa que llevó ella, pero sí que le dije a él que podía tocarla, poniéndome yo a mostrarle a él sus encantos, no quedándose atrás el amigo, que se unió a mí en cuestión de segundos, para empezar a saborear de tan buena hembra que tengo, como muchos de esta página han comprobado.

 
En el salón, como he dicho, empezamos con esos pequeños tocamientos, de nosotros a ella, tocando sus buenas tetas, acariciando sus apretados muslos, para luego finalizar en ese coño tan jugosito que tiene, el cual no paramos de sobar, hasta dejárselo bien pero que bien húmedo. Con todo esto, ya la animamos y empezó a jugar, allí mismo, con el miembro de Juan, que ya estaba todo duro antes incluso de que empezáramos a tocarla, solo con oírla contar a ella algunas de nuestras batallitas sexuales. Pues lo dicho, desabrochó su pantalón, lo bajo y de su bóxer, sacó ese buen miembro que tiene, pero yo, como cabrón que me gusta ser, no se lo dejé tocar, le dije no te he dado permiso, cogiéndolo yo con mi mano y restregándoselo a ella por su cara y boca, sin dejar que lo saborease.
 
Ella sabe que soy malo, pero no tanto, solamente fue un momento, pues me hace ilusión, ella lo sabe y alguno más, hacerla sufrir, por lo que le dije abre la boca y mira con lo que vas a disfrutar, mientras que a Juan le dije, ahora vas a saber y conocer de primera mano, como la come esta nena. Y así fue, desde que le dije, es todo para ti, se abalanzó sobre tan hermoso pollón, para empezar a devorarlo como ella bien sabe, haciendo temblar las piernas de Juan, que estando de pie, tuvo que sentarse en el sofá para no caerse, del gusto que le estaba transmitiendo ella.
 
Después de dejarla jugar durante un buen rato, y gracias al aguante con el que cuenta Juan, les dije, porque no subimos y estamos más cómodos arriba, que es donde estaba la cama. Así fue, subimos, terminamos de quitarnos la ropa, Juan se puso cómodo en la cama y ella siguió jugando con su hermoso pollón, hasta que yo, le dije, ¿no quieres follarla?, a lo cual accedió gustosamente, poniéndose el condón y acomodándose con ella, primero en la postura del misionero, él encima de ella, para luego, después de unos buenos meneos, cambiar la postura que le encanta a mi nena, ella encima, no vean como le gustaba cabalgar sobre tan buena polla que tiene el amigo, gozando todos del tema, ella de su polla, él de ella y yo viéndolos.
 
La verdad que hacía calor y no vean, sobre todo ellos, como sudaban, así que pararon, para descansar y tomar resuello. A Juan le encantó follar a mi mujer, pero sobre todo le encantó como se la comió antes y le pidió que siguiera comiéndosela, cosa a la que accedió mi mujer, poniendo sus cinco sentidos, como siempre lo hace, sobre el meollo. Hay que ver como disfrutaba ese hombre de la comida que le estaba haciendo ella, no paraba de gemir y gemir, quedándose en más de una ocasión con los ojos en blanco, hasta que no pudo más y tuvo que soltar lo que durante la hora y pico que estuvimos jugando, estuvo aguantando.
 
Gracias, amigo Juan, a ver si repetimos de nuevo esta grata y buenísima experiencia.