Recuerdos del pasado (I)

Conocí a Manuel hace varios años cuando los móviles solo hacían llamadas y no existían las "app". Quedamos una tarde junto a un cajero automático de la zona de Tomé Cano. Enseguida nos fuimos a tomar algo al kiosko que está frente a tráfico y empezamos a hablar sobre lo que buscábamos y lo que nos gustaba. Fue una conversación bastante amena y enseguida conectamos, así que dijimos de quedar pronto.

No tenía muchas esperanzas puestas ya que por mi experiencia la gente no suele ser muy formal a la hora de quedar, pero a los dos días recibí un mensaje. Quedamos en mi casa, tomamos algo en el sofá mientras nos íbamos soltando, Manuel me besó y poco a poco fuimos perdiendo el miedo y la vergüenza del uno sobre el otro. Empezó a desnudarse y le paré, me apetecía desnudarle lentamente mientras me besaba, primero la camisa (con la yema de los pulgares le acariciaba los pezones), después los zapatos, luego los calcetines... desabrochamos el cinturón... la bragueta... le toqué el paquete, vi como su bulto iba creciendo mientras se los terminaba de quitar, me encantaba como me besaba, tenía una piel tan suave. Después me desnudó él a mí hasta quedarnos ambos en slip, nos metimos mano, un culito perfecto  muy suave con unas nalgas perfectas para coger con las manos, así hasta que nos los quitamos. Enseguida preguntó: ¿nos vamos a la cama... ? 

En la cama seguíamos besándonos y acariciándonos, me fascinaba aquel cuerpo tan suave sin nada de vello corporal, ni rastro de haber tenido un pelo ni en sus genitales ni piernas pecho o espalda. Su polla estaba muy bien de tamaño y sus huevos eran tan suaves, me volvía loco su suavidad, no notar ni un pelo. Aquel día solo nos las comimos pero disfruté tanto cuando nos corrimos, se restregó toda nuestra leche por su torso y a mí me faltó tiempo para tumbarme sobre él mientras me besaba con sus labios suaves y carnosos, apenas me rozaba yo me derretía. 

Con el tiempo fuimos cogiendo confianza y hablábamos de nuestras cosas, trabajo, familia, me confesó que aún estaba casado, eso me hizo pensar que estaba rompiendo una familia, me confesó que su matrimonio estaba roto hace tiempo, y aunque compartían techo su mujer ya salía con otro. Con el paso del tiempo comprobé que era verdad. 

Disfrutaba cada vez que venía a casa, y cuando se quedaba a dormir aquello era magia, con aceite hidratante me daba unos masajes increíbles, el sexo era fantástico, nos hacíamos unas mamadas perfectas y se le notaba que disfrutaba cada vez que le penetraba, le entraba muy bien y se movía a la perfección. Un día de reyes incluso se presentó en casa a última hora para darme mi regalo, un striptease con un tanga que se había improvisado con un slip y unas tijeras, pero para mí aquella piel tan suave sin nada de vello me ponía los pelos de punta, no me cansaba de acariciarle y de recorrer cada centímetro de su cuerpo.

Tiempo después conocí a un chico con el que inicié una relación más seria y se lo comenté, de nuevo me generaba un conflicto personal y no quería fallarle a este chico, así que se presentó Manuel en casa, se desnudó por completo como diciendo que sea el último que echamos, pero no fui capaz, me dijo que lo entendía, a fin de cuentas él todavía seguía casado. Nos despedimos con un beso, un abrazo y una gran pena por ambos, a la vez que tenía la ilusión por esa relación que acababa de empezar. Había disfrutado tanto con él durante estos dos años, me había hecho sentir tan vivo. 

Pero a veces el destino es caprichoso, y el tiempo hace que algunas personas se reencuentren de nuevo. Continuará...