Todo empieza, como se deben iniciar estas cosas, sin prisas, pero sin pausa. Por una de estás páginas de contactos, conocí a una mujer, que me decía que tenían la fantasía “cuckold”, pero que no se atrevían, ni estaban seguros. Como quiera que la primera impresión fue buena, mantuve el contacto, chateábamos a diario, contando confidencias y deseos, siempre me decía que todo se lo comentaba al marido y que, mi presencia, ya era parte de sus fantasías en la cama, el marido le decía que imaginara que era yo cuando follaban. Transcurría el tiempo, le había facilitado mi teléfono para que me llamara o escribiera, siempre me decía, tengo que contar con el permiso de mi marido, y a veces me quedaba la duda, si realmente era una mujer, o solamente era un hombre escondido por el anonimato que da la red, y que quien tenía la fantasía era él, y su mujer no quería, o que aunque realmente fuera una fantasía, era solo eso, fantasías de la pareja.
Una tarde, me encontraba trabajando, y sonó el teléfono, con número oculto, inmediatamente supuse que era ella o él, y realmente acerté. Me llamaba para decirme, que había llegado el momento de conocernos, y que seguía guardando su anonimato, por eso me llamaba con número oculto, y que tenía que venir a Las Palmas de Gran Canaria de compras, y que lo había hablado con el marido y era el momento de tomar un café con la persona que llevaban fantaseando un par de meses. Quedamos en una cafetería de un centro comercial, nos dijimos como iríamos vestidos, yo con mi traje azul marino habitual y corbata fucsia, y ella con blusa blanca y falda negra. Así nos reconocimos a la hora que habíamos quedado, la primera impresión, que es la que queda, no pudo ser más fantástica, ella tenía poco tiempo, debía recoger a sus hijos, y la hora que estuvimos juntos se paso como en un plis plas, reímos, nos pusimos cara, y por supuesto hablamos de sexo. Era la hora de irse, y le dije, si la impresión ha sido buena, y tienes ganas de verme otra vez, deberías ir al baño y darme tus bragas, así garantizo que volverás. Dicho y hecho, fue al baño, y me entrego un tanga negro de encaje, tipo brasileño, con la minúscula parte delantera transparente, en la cual se notaba humedad, y me lo puso encima de la mesa, me dio un beso en los labios, y mientras se marchaba, me dijo, en breve tendrás noticias nuestras.
No paso una semana, y volvió a sonar el teléfono, me dijo, después de una semana intensa con mí marido y mojada a todas horas, también te quiere conocer, por lo que quedamos para tomar algo los tres más distendidos un sábado por la tarde. Ese día, llegó vestida todavía más atrevida y sexy que la primera vez, reímos los tres, el explicó sus sentimientos y lo que quería ver y hacer, bromeamos y pusimos fecha para un encuentro en el cual llevar cabo las fantasías de los tres. Antes de irse, le dije, Tony, por cierto, aquí tienes las bragas de tu mujer, que el otro día se las dejó atrás, río y me dijo ya lo sé, ja ja ja y se fueron.
Llego el día, reservé una habitación y mesa en el restaurante más alto de la ciudad, planta 25, creo recordar, pegado al famoso parque donde se celebran las fiestas. Me duche, afeite, rasure mis partes, perfume y vestí elegantemente, pero informal, vaqueros y chaqueta sport, fui al hotel donde me registre, subí a la habitación para comprobar que todo estaba ok, y acto seguido al restaurante donde tuve que esperar poco por ellos.
Nos sentamos los tres, el matrimonio enfrente de mí, pedimos la cena y el vino, y comenzó la velada, el marido y ella, algo nerviosos al principio, se agarraban y daban pequeños besos, de lo cual era conscientes los que ocupaban las mesas de alrededor, si en algún momento miraban. En una de estas, me dije para mí, vamos a romper el hielo y calentar el ambiente, y cuando el camarero se dirigía a nuestra mesa, le dije María, dame un beso ella acerco su cara a la mía y me dio un pequeño beso, lo cual hizo que el camarero se pusiera alerta, y se dijera, aquí pasa algo, sin que nos quitará ojo el resto del tiempo que estuvimos allí, mientras nosotros reíamos. Antes de irnos, María dijo, necesito ir al baño un segundo, a lo cual yo solícitamente, le dije, te acompaño, a la vez que le decía a Tony, vete pidiendo un par de copas de postre. Fuimos al baño, entramos al de hombres, nos fundimos en un gran beso, el primero que nos dábamos, deseado desde nuestra primera cita y nos magreamos como adolescentes, ella notó mi erección y yo sus pezones duros, así como la humedad de su coño, ya que le quité las bragas, las cuales introduje en mi pantalón, y le metí una bala vibradora en el coño con mando, que había comprado para la ocasión. Tras unos minutos, nos fuimos a la mesa, estando a punto de llegar el camarero con las copas, nada más llegar a la mesa, sobre la misma puse el tanga de María, y le enseñé a Tony el mando a distancia. Tony rojo de la excitación y apurado por la situación, antes que llegara el camarero cogió el tanga y lo guardo, aunque el mismo lo había visto. Tomamos tranquilamente la copa, y yo de cuando en cuando, apretaba el mando, haciendo la bala ese ruido característico, que acrecentaba el morbo de la situación. Pagamos la cena y nos dirigimos al ascensor, para bajar las escasas plantas en la cual se encontraba la habitación, ya en el ascensor, empezamos los morreos y tocamientos entre María y yo, mientras Tony llevaba al bolso de ella y miraba cachondo perdido, sin saber las sorpresas que aún le aguardaban.
Una vez en la habitación, mientras entrabamos llenos de deseo María y yo, María le dijo a su marido, desnúdate cabrón y siéntate en esa silla, hoy vamos a realizar tu fantasía y espero que no te arrepientas, ya que Juan me pone berraca desde la primera vez que lo vi, y estaba deseando que llegará este momento. Mientras nos besábamos, tocábamos y desnudábamos poco a poco María y yo, Tony permanecía sentado observando. María le dijo, espero que estés disfrutando, porque esto no ha hecho más que empezar, y a continuación, ella sacó unas esposas que traía en su bolso, y ató a su marido a la silla, de tal manera que no se pudiera levantar de la misma, una vez hecho eso, se acercó, le puso el coño en la boca y le dijo, tira del hilo y saca la bala de mi coño, huélelo que será la última vez que lo vas a notar limpio esta noche, el sumiso obedeció e intento darle un par de lametazos y ella le dijo, quieto, eso es para Juan, para ti tengo otras cosas, automáticamente, ella se arrodillo y empezó a comerme y saborear la polla desde los huevos al glande despacio, sin dejar centímetro que engullir, a la vez que decía que bien sabe, y a continuación, me dijo, Juan, métele la polla en la boca al cornudo mi marido, para que aprecie que bien sabe y lo grande y dura que la tienes, que será lo último que vea esta noche, encantado obedecí y ella empujo mi culo, hasta que la metí hasta la campanilla la marido, lo cual le produjo una arcada, para a continuación María, sacar del bolso un pañuelo de seda negro y vendar los ojos del marido, a la vez que le decía, ya esta bien de mirar, quiero disfrutar de Juan y me corta que estés mirando, a partir de ahora solo escucharás mis gemidos y mis juegos, y tampoco podrás hablar, ya que le metió una bola de BDSM en la boca.
A partir de ese momento María y yo nos dedicamos intensamente el uno al otro, sin preocuparnos de Tony, el cual no podía ni mirar, ni hablar, solo escuchaba…………….
Continuará