Con el cornudo inmovilizado, vendado, sin poder hablar y en la silla pegado a los pies de la cama, María y yo, dimos rienda suelta a todos los deseos que habíamos fantaseado en los meses previos de chateo, y desde que nos conocimos, tomamos algo y me había dejado su tanga, en señal de interés en volver a vernos.
Continuamos besándonos y nos tumbamos en la cama, cerca del borde donde estaban apoyadas las piernas de Tony, con la idea, no solo de que nos sintiera cerca y oyera mejor los pequeños iniciales gemidos y jadeos, sino que también pudiera notar las vibraciones del colchón en sus rodillas. Comencé a bajar con mi boca lentamente desde sus labios, a los lóbulos de las orejas, pezones, ombligo, muslos, pies, y de nuevo para arriba, poniendo un pijama de saliva por todo su cuerpo, mientras ella pedía que por favor, le comiera ya el coño, que tenía húmedo y brillante, a la vez me yo colocaba, tumbado con la espalda apoyada en la cama, mientras ella me buscaba y le ofrecía mi polla y huevos, comenzando un intenso 69, en el cual yo pasaba mi lengua de desde el coño al culo y viceversa, ensalivando bien el ojete y jugando con un dedo en la entrada de su culo, hasta que poco a poco se lo fui introduciendo al ritmo de sus vaivenes que lo estaba demandando, ella a su vez totalmente desinhibida, masajeándome los huevos, le decía al marido, cuando se sacaba la polla de la boca, para coger aire, gracias Tony, me estás haciendo feliz, no puedes verme, pero me estarás imaginando. En un momento determinado María dijo, no puedo más, necesito polla, tomando ella las riendas de la situación, se puso a cuatro patas, y me dijo clávamela hasta el fondo, quiero sentir como ese capullo y polla gorda me revienta, además como habíamos hablado, me la vas a clavar sin condón, que el cornudo, como el quería, va a sentir como tiene su zorra el coño lleno de leche que no es suya. Mira como tiene Tony la polla, babeando, con ese liquido preseminal que le brilla, tiesa y dura, lástima que no pueda jugar con nosotros.
Automáticamente, me puse por detrás, ella otra vez al borde de la cama, los más cerca posible de Tony, para que este pudiera escuchar. El coño de María estaba pidiendo guerra, pero eso no iba a ser sobre la marcha, habría que excitar más, y me dedique a comerle el ojete del culo, acariciarle los muslo, y pasar mi polla por sus labios vaginales, cogí un plug anal, de esos de joya, que había traído en mi mochila, y se lo introduje en el culo, dando un pequeño respingo, para luego, poco a poco ir introduciendo mi polla en el coño de María, ella a la vez que la sentía, más quería, apenas me tenía que mover yo, ya que ella misma y su deseo hacía que se balanceara de adelante hacia atrás, hasta que decidí coger las riendas del momento, le cogí de su coleta en la cual tenía recogida su melena, y a la vez que tiraba de su pelo, comencé a bombear fuerte en su coño, con cada embestida mía, más se acercaba a la cara de su marido, el cual podía oír sus gemidos, sentir su vahído, escuchar las nalgadas que le daba en su culo a la vez que la montaba y como me gritaba dame más fuerte, a la par que también podía escuchar el choque de mis huevos contra su pelvis, y el clásico chof chof de la mezcla de la humedad que desprendía y la rapidez con que mi polla taladraba el coño de María, finalmente, tras más de diez minutos de intensa follada, se corrió entre gritos y espasmos, lo cual más berraco me puso y finalmente, llene el coño de María de la leche que tanto estaba ansiando.
María, sin dar tregua, ni una caricia quería ni un beso, o descansar, automáticamente, se puso en pie, cogió por la cabeza al marido, y acerco el coño a la nariz y boca del cornudo, y le dijo, huele y saborea cabrón, lo que tu querías, llenando la cara del marido, con los flujos de su corrida y mi leche. Para después decirle, para que la sientas y veas que caliente tengo el coño, sentarse encima de la polla de su marido y metérsela solo de un golpe, para sobre la marcha sacarla y decirle, era solo para que la sintieras, no es todavía tu momento, a la par que me dijo, métele la polla al cornudo en la boca, para que te la limpie, que tu y yo seguimos, que esto no acaba más que empezar. Orden a la cual sumiso accedí, dejando que el cornudo me la limpiara con su boca. Quitando en ese momento la venda al marido y dejando ya que viera la siguiente follada a su mujer y demás juegos, hasta que una hora después, lo desato, y los deje en la habitación del hotel con sus propios juegos, mientras me iba a casa.
Después de eso vinieron más aventuras, unas en su presencia, otras no, siempre con su consentimiento y conocimiento, a veces pasaba por su casa, la recogía e íbamos o mi casa, incluso en un viaje de trabajo se vino conmigo a la península, desde donde podía escuchar por teléfono lo bien que lo pasábamos o ver por video llamada lo que hacíamos. Pero eso son otras historias, que acabaron cuando por cuestiones de trabajo abandonaron las islas.