Desescalada de una noche - Primera parte

Desescalada de una noche - Primera parte

- Adivina quién tiene que ir mañana por la mañana a tu municipio...

Ese fue el mensaje que empezó esta loca, y necesaria, aventura.

Catorce años de estrecha y bonita amistad que incluye a familiares y otros colegas. Aunque, nadie, absolutamente nadie, sospecha lo que pasa cuando
estamos a solas. Ni siquiera nosotros dos sabemos qué, cómo o cuándo va a ocurrir y eso, sin duda alguna, es lo que más nos gusta. El cómo nos conocimos ya os lo contaré otro día porque tiene delito también, como todo lo que merece la pena en
esta vida, supongo.

El caso es que durante esta claustrofóbica cuarentena, que he llevado muy, pero que muy mal, todo sea dicho, hemos hablado varias veces para asegurarnos de que tanto nosotros, como los nuestros, estamos bien. En alguna ocasión se
colaba alguna broma tonta sobre la falta de “actividad erótico-deportiva” (así llamamos a nuestros furtivos encuentros), pero poca cosa más. Sin embargo, el día antes de enviar el mensaje detonador, sí hubo una conversación bastante subida de tono en la que planteábamos posibles escenarios para poder vernos, escaparnos
del mundo real y dar rienda suelta a nuestros más bajos instintos, pero no había opción alguna. Ambos estábamos pasando el confinamiento con nuestras
respectivas familias, y eso era aún peor, pues viven considerablemente cerca, lo que nos hacía pensar en ese típico “tan cerca, pero tan lejos”. Él tiene su piso al otro la de la isla y yo, ni siquiera vivo en ella. Tras darle mil y una vueltas sin éxito, nos rendimos, tendríamos que fantasear y tirar de memoria con los recuerdos de nuestra última vez, ocasión en la que sin haberlo planeado, nuestra química hizo aparición tras unas horas de charla y puesta al día haciendo que acabáramos sudorosos y extenuados por el buen hacer de nuestros cuerpos.

El caso es que cuando ya habíamos desistido de nuestros planes de fuga, el universo confabuló a nuestro favor en forma de maravillosa casualidad. La sucursal de mi banco está cerca del piso de David y por suerte yo tenía que hacer unas
gestiones de forma presencial.

- Adivina quién tiene que ir mañana por la mañana a tu municipio…

- Yo te puedo dejar mi casa, por si quieres quedarte y mañana no madrugas. Debería ir a buscar unos papeles, me harías un favor si me llevas jejejeje.

- Estaría bien, la verdad. Pero me preocupa que nos pare la policía.

- Yo voy a mi casa y tú tienes el justificante de la cita de mañana, no?

- Sí, eso es cierto. Pero mi mayor control policial está bajo mi mismo techo. ¿Qué excusa pongo para irme toda la noche y dejar al enano por detrás?

- Conociéndote, algo se te ocurre ¡seguro!. Avísame si lo logras para prepararme y ver cómo hago yo también con la gente.

- OK.

Ahora venía lo realmente jodido, escapar de mi familia. Me tocaba tirar de ingenio y tergiversar un poco la realidad para poder conseguir mis fines. Supongo que aquel tío que me dijo que todos mentimos para obtener beneficios tenía razón,
me pregunto cuál sería mi grado de inmoralidad en este caso. En fin, que tuve que inventarme que una amiga a la que hacía mucho que no veía me invitó a dormir y bla, bla, bla… en otras palabras, con treinta años y excusándome como una adolescente, pero no tenía otra opción. Nadie debe saber lo que pasa entre David y yo, nuestra amistad perduraría, pero nuestra pasión se apagaría con toda probabilidad, perderíamos esa chispa de diversión, de prohibido… Sé que se suele decir que el sexo jode la amistad, pero nosotros no lo vemos así, los sentimientos
quedan al margen, es pura actividad física y placentera con el morbo de ser nuestro secreto como base fundamental. Luego, volvemos a ser los de siempre.

- Listo! preparo las cosas y te recojo.

- Perfecto, avisa cuando vayas a bajar.

Veinte minutos después, con todo preparado y el cuerpo ya inquieto por lo que se presagiaba, volví a escribirle.

- Me estoy subiendo al coche, estate pendiente.

- Tranquila, Roberto y Fran se acaban de ir a caminar, toca la pita cuando
llegues.

- OK.

Todo salió tan sincronizado que daba hasta miedo. Cuando llegué al STOP del cruce a casa de su familia, vi a la pareja de su madre y a su hermano menor alejarse rumbo a su caminata diaria, ahora que ya estaba permitido. Paré el coche frente a la puerta y al momento apareció él. Se subió en el asiento de atrás y empezamos nuestra aventurilla en medio de una arrolladora tensión sexual.

Durante la media hora que duró el trayecto, yo sentía cómo, cada vez con más fuerza, mi cuerpo ansiaba el contacto del suyo. Nuestras miradas cómplices, de esas que lo dicen todo sin necesidad de mediar palabra, se encontraban en el retrovisor. No veía el momento de llegar. Nos conocemos muy bien en todos los sentidos y sabíamos que el riesgo merecería la pena.

Una vez allí, el tiempo se detuvo para nosotros. Pese a que habían sido varias las ocasiones en las que nos habíamos entregado al deseo, nunca nos
habíamos sabido con tanto tiempo para nosotros. Teníamos toda la noche por delante y ni siquiera había oscurecido del todo. Era la segunda vez que estaba en su casa, un apartamento pequeño pero
muy acogedor en un complejo, en su mayoría, vacacional. Al entrar se encuentra un salón-cocina de planta cuadrada, no muy grande, ocupado por un sofá a la izquierda de la puerta seguido de una mesita con una lámpara. Formando un ángulo recto a esa pared se encuentra una cristalera que lleva a la terraza. Una mesa y un aparador con el portátil llenan el espacio de enfrente. Cerrando la estancia, a la derecha, se halla la zona de la cocina y un pequeño pasillo que lleva al baño y, finalmente, al dormitorio.

Una vez traspasado el umbral de la puerta, dejé las cosas donde David me indicó y tomé asiento persiguiéndolo con la mirada mientras él iba y venía de un lado para otro asegurándose de que todo estaba en orden. Me fui tensando poco a poco, necesitaba liberar toda el ansia acumulada durante las muchas y eternas semanas de confinamiento. Él lo notó enseguida y rápidamente me preguntó si
necesitaba algo. Le pedí una toalla, pese a haberme aseado antes de salir de casa, obviamente, una ducha me sentaría de lujo. Al pasar por delante de mí para ir a buscarla, con un imprevisto acercamiento, David me cogió la cara con ambas
manos y me besó de tal manera que sentí que me arrancaba el aire. Sus labios carnosos y su lengua traviesa y juguetona me invadieron.

Inmediatamente, y sin que nuestras bocas se separasen me puse en pie. Mis manos se aventuraron a recorrer su cuerpo y las suyas el mío. Sin dejar de besarnos y casi a ciegas, me fue
arrastrando al baño, donde nos desnudamos con desespero el uno al otro. Me encanta verlo desnudo. Su nombre le viene al dedillo, pues parece que fue
esculpido por el propio Miguel Ángel, pero, afortunadamente para mí, con un sexo descomunal. Es guapísimo y tiene un cuerpo espectacular, de hecho, nunca he entendido por qué le atraigo si puede estar con la chica que quiera, pero sí sé que la química que existe entre los dos no es fácil de encontrar. Cuando sus pantalones
cayeron al suelo, descendí yo también para introducir en mi boca su, ya húmeda, erección. Un incontenible jadeo suyo y su mano agarrando mi coleta, hicieron que mi deseo se multiplicase en cuestión de segundos. No tardó mucho en reclamar el contacto de mi boca con la suya. Y tras volver a besarme como sólo él sabe hacerlo, me giró hacia la bañera, apoyándome en el borde de ésta, para penetrarme con ferocidad. Sentí que me desgarraba. Su impresionante sexo se habría paso a la fuerza en mi coñito. Tras unas fuertes embestidas se apartó de mí, me besó el hombro y me invitó a refrescarme. Aún no habíamos hecho más que empezar y mis piernas ya temblaban.

Publicado por: lapetitemort
Publicado: 26/05/2020 16:01
Visto (veces): 258
Comentarios: 5
A 21 personas les gusta este blog
Comentarios (5)

armani | 03/06/2020 12:58

Tu narrativa engancha y es de ese tipo de lectura que no quieres que se acabe nunca, voy a por la segunda parte.

lois-y-peter | 30/05/2020 06:52

Te superodio 👏👏👏

atrevidosbrasil | 29/05/2020 19:15

Buenísimo

tiogym | 29/05/2020 14:41

Sin duda esos encuentros prohibidos y arriesgados son los que más gustan y dejan huella.

tonibisex | 29/05/2020 14:37

Que morbazo... y envidia sana por supuesto jejejeje

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