Una tarde picante

Llevábamos desde agosto frecuentando aquel lugar llamado Venus.
Desde que lo habíamos descubierto sabíamos que debíamos acudir aunque sea algún día para rodearnos del mundo swinger y ver cómo nos desenvolveriamos.
Aquella vez en agosto reservé yo para sorprender a Manuel un largo fin de semana de placer y seducción y desde entonces seguíamos acudiendo cada mes al menos una o dos veces como las abejas que han descubierto el más dulce néctar de las flores. Volviendo a esa tarde picante que venía a describir... Llevábamos un buen rato ya acomodados en nuestra gran y confortable hamaca, desnudos acariciados por el sol y las miradas de las restantes parejas que estaban en la piscina cuando algo embriagada por el cava, me incorporé sobre Manu para saborear un delicioso postre después del solomillo tan sabroso que habíamos comido en el restaurante. Tome sus testículos entre mis labios y jugué con ellos rodeándolos con mi lengua. Le encanta que use la lengua en ellos. El morbo de que le lamiera los huevos ahí ante la vista de otras parejas que erguían sus espaldas para no perderse detalle hacia que se le llenaran los vasos cavernosos con gran rapidez convirtiendo su miembro en un pollón ansioso y palpitante. Yo sentía las miradas y me iba entonando más y más y me sorprendí a mí misma inclinando la pelvis de manera que se me viera lo más suntuosa posible en cuatro saboreando mi helado favorito. A medida que iba calentandome más, veía como habíamos abierto la veda y que habían parejas comenzando a jugar entre ellas. El erotismo es contagioso. No hay duda. Me incorporo y me subo sobre el, clavándomela despacito hasta el fondo de mi ser. Él me mira con desconcierto. Estaba cabalgalándole ahí ante todos sin pudor alguno. Me agarra las nalgas para tirar de mi hacia abajo con más ahínco. Que delicia. Le monto y me rozo con el hasta ecyacular sobre él, exhausta y tirarme a un lado. Ahora toca descansar al sol hasta un nuevo arrebato o hasta ir a conocer nuestros observadores y observados en el jacuzzi pasadas unas horas...