Fetiches

Creo que todos tenemos algún fetiche del cual usamos o utilizamos para crear más morbo de las situaciones que podemos sentir y disfrutar sexualmente.

Uno de ellos es la ropa interior, femenina o masculina. En este caso mi experiencia fue con la masculina.

Hace tiempo que no hablaba con un tío que le gustaba el uso de gayumbos usados, olerlos, y todo lo relacionado con esa práctica erótica y morbosa. Ya habíamos quedado una vez para follarlo, pero fue muy deprisa y no lo disfrutamos como deberíamos.

Pasaron unos meses y volvimos hablar por la app, esta vez me propuso de además de follarlo, quedar pero prestándonos nuestros gayumbos.
En su momento, ya habíamos hablado que era una cosa que quería experimentar, a él le flipaba, pero ningun tío quiso hacer caso a su fantasía, que no era otra que tener unos gayumbos usados, olerlos y ponerselos, sobre todo que oliera a macho sin llegar al extremo de que estuvieran sucios, en definitiva notar el olor que un hombre desprende.

Así que propuso usar un gayumbo blanco y usarlo en los momentos que estuviesemos cachondos y por la noche. Tras pasar unos días lo guardé en una bolsa hasta que nos viéramos para dárnoslo.

Llegó el momento y quedamos bajo un tunel cuando ya oscurecía. Él llegó primero y me avisó que ya estaba listo, me esperaba en bolas de cintura para abajo y con su culo algo cerrado.

Llegué y me lo vi de espaldas hacia la pared del túnel, con las piernas bien abiertas, solo llevaba una sudadera, una gorra y unas botas militares.

Sin mediar palabra me acerqué a su grueso culo lo abrí y comencé a comerme su agujero, lo tenía cerrado como había dicho y lo tuve que lamer bien para abrírsell, me iba diciendo en voz baja que le fuera metiendo la lengua y así iba haciendo, le escuchaba jadear, menudo macho tenía en mis manos, aprovechaba a sobarle la polla, sus huevos y también sus piernas que tenía bien entrenadas del gym.

Estuve un buen rato agachado y disfrutándolo, solía levantar la pierna para que le fuera comiendo la polla y los huevos, me recordaba cuando un perro levantaba su pata para orinar, estaba tan cachondo que no dejaba de hablar.

Al rato de estar así, se dio la vuelta, para que se la mamara bien, no dejaba de jadear y decirme lo que le gustaba como se la mamaba. Mis manos recorrían su pectoral peludo, no me dejaba comerme sus pezones ni que me levantara. Siempre ha querido guardar su identidad, y lo he respetado, pero las ganas de morrearle eran tremendas, pero no se dejaba.

Al darse la vuelta, ya me dijo que lo follada, se había echado bastante lubricante, me puse el condón y me lo lubricó también, tras esto poco a poco le fui metiendo mi tranca, ya que aún seguí algo cerrado.
Al clavarsela, de ahí ya no salía, varias embestidas cada vez más fuerte, él jadeaba y con una de las manos me iba tocando los huevos, me decía que descargara, quería toda mi leche, y con la otra se iba pajeando, mientras yo, le iba agarrando de la cintura y también del cuello, un gustazo!

Al poco rato, ya no aguanté más y me corrí soltando todo lo que había aguantado de un par de días. Dejé que se corriera él, y nos vestimos.

Saqué mi pequeña bolsa de mi chaqueta con el gayumbo y se la dejé en el suelo, y él sacó el suyo de un neceser donde traía el lubricante y me lo entregó.
Nos despedimos sin vernos las caras, sabiendo que en otra ocasión nos volveríamos a ver y seguir morboseando.

Al llegar a casa me escribió que le había dejado más cachondo con el olor que desprendía mi ropa interior y que lo usaría para dormir, el suyo olía a él, a macho, así que cumplimos una fantasía que aunque no sea muy común en mí, me gustó probar por una vez.
Más adelante volvimos a quedar y nos lo entregamos, pero pero esta vez bien limpios.

Espero les haya gustado mi relato.
Un saludos a tod@s!