Hace mucho tiempo que no nos veíamos. El Covid, tu matrimonio y mil tontas excusas tontas hacía que sólo habláramos muy de vez en cuando por whatsapp.
Por eso me sorprendió tu llamada, a media mañana, cuando sabes que estoy trabajando y no suelo atender llamadas. Pero te lo cogí, te noté alterada y me pediste tomar algo a la salida del trabajo.
Quedamos y empezaste a decirme lo mal que te va en el matrimonio, de los malos modos del gilipollas de tu marido y que no sabías como actuar. Seguimos hablando y te fuiste calmando, ya reías y bromeabas... aunque la tristeza seguí asomada a tu rostro.
Cuando nos despedíamos nos dimos un abrazo, nuestros cuerpos se pegaron y el calor de nuestros cuerpos fueron encendiendo esa pasión que siempre habíamos compartidos... me bajaste la mascarilla y nos besamos mientras seguíamos sin despegarnos. Rápidamente nos montamos en nuestros coches y te seguí hasta un descampado, donde entraste en mi coche y empecé a acariciar tus largas piernas por debajo de tu vestido hasta que encontré el caliente aliento de tu deseo... y lo demás volvió a ser como era en aquellos tiempos, en el que el sabor de tu sexo llenaba mi boca hasta que alcanzabas llegar a ese paraíso que nuestras bocas eran especialistas en lograr alcanzar, en el que mi polla se abría camino por tu palpitante, mojado y caliente coñito.
Volvimos a ser jóvenes, volvimos a ser amantes... volvimos a vivir.