Aceptación

Héctor estuvo un par de segundos callado, pensando si aceptar o no el masaje lingam que le había propuesto para terminar su sesión de masaje.

Pensé que me diría que no, Héctor tenía el perfil de hetero que solo la idea de que un hombre pueda rozar su rabo, hace que le salten todas las alertas. Sin embargo, aceptó. Fue un si, timido, silencioso..pero que yo entendí.

Comencé a echar aceite por sus huevos y su ingle y su cuerpo se revolvió pero no dijo nada. A continuación, comencé el masaje lingam, pasando mis manos desde la parte baja de sus huevos hacia arriba, y después masajeando lo largo de su rabo. Cuando sólo llevaba 2 minutos, Héctor estaba totalmente duro.

Seguí masajeando y él se agitaba, notaba cuando estaba a punto de reventar, pero como conocedor del masaje lingam, se trata de llevarlo hasta el clímax y retraer para que cada vez esté más tenso.

Héctor aguantó este trance durante lo que fueron 10 minutos pero en una de mis sacudidas me dijo no puedo más... y empezó a soltar... su cuerpo se agitaba mientras un líquido blanco salía expulsado por su rabo.

Al terminar Héctor estaba algo tímido pero le expliqué que esto quedaba entre el paciente y el masajista que estuviera tranquilo. Repetiré seguro entonces me contestó.

Cuando se fue, me di una ducha y recordé el cuerpo terso de Héctor y la culminación lingam