Tres regalos para Diana (Relato)

Tres regalos para Diana (Relato)

Historia que escribí hace ya algunos años, como regalo a una ex. Ciertamente fue el primer relato erótico que escribí, y por eso se lee como si fuera el mal guión de una película porno de los años noventa. Aún así, seguro que algun@ lo disfrutará. 

Toqué el timbre de manera apresurada mientras echaba un vistazo a la calle. No mucho tiempo atrás solía merodear por allí, ya fuera porque mi discoteca favorita estaba cerca o porque iba a verla. Lo cierto es que no había esperado volver a pasar por la zona en un tiempo, a no ser que fuera por pura casualidad.Mi sorpresa fue máxima cuando me abrió la otra, Amanda. Qué raro, no esperaba encontrarla aquí. Aunque claro, teniendo en cuenta que ambas eran buenas amigas no resultaba del todo extraño. Nunca me había hablado demasiado con Amanda, habíamos ido juntos a cenar con Diana un par de veces, habíamos coincidido en alguna fiesta que otra. No es que me cayera mal. Era una mujer ya en los últimos años de la treintena, puede que incluso hubiera cumplido ya los cuarenta, delgada y de pelo negro oscuro, con ojos castaños rasgados que la hacían tener un toque oriental, y unos labios bastante marcados siempre cubiertos con un pintalabios rojo pasión. Me parecía bastante guapa y estaba seguro de que, prejuicios aparte, ella y yo en otro tiempo podríamos habernos caído bien. Me fijé en la ropa que llevaba, un vestido de seda negra que le marcaba bastante sus maduras curvas y dejaba entrever, a la luz del sol, su ropa interior. Tenía los pechos más grandes de lo que había pensado...

─¿Te vas a quedar ahí parado o piensas entrar? ─me increpó. Yo volví en mí, dejé de mirarle las tetas y procedí a darle dos besitos de cortesía en la mejilla. Aspiré su aroma a perfume, lo cierto es que olía bastante bien. Me dejó pasar y cerró la puerta.
─Bueno, ¿para qué quería Diana verme? ─pregunté.
─Eso tendrás que preguntárselo a ella ─me respondió Amanda sin dar más detalles─, pero antes de verla hay algo que debes hacer.
Me quedé estupefacto. Se había puesto de rodillas, me había abierto la bragueta, me había bajado los calzones y se estaba metiendo mi polla en la boca. Mi polla, que, como es normal en situaciones como estas estaba creciendo por momentos.
Amanda comenzó a juguetear con su lengua y pasó esta por todos los recovecos de mi instrumento. Fue avanzando poco a poco por el glande y me temblaron las rodillas, no había duda de que la experiencia era un grado en esa mujer. Me sostuvo el miembro arriba y me chupó los huevos. Me estaba poniendo a cien, ¿que pretendía esa tía? Siguió succionando poco a poco, rodeando mi capullo y cubriendo mi manubrio de arriba a abajo con una limpieza de sable ejemplar. Pareció quedarse satisfecha, y tras esto añadió:
─Perfecto, creo que ya estás listo ─dijo, entonces se levantó y agarrando mi polla como quien te va llevando de la mano, me dirigió a través del pasillo hasta el salón de la casa de Diana.

Lo que vi ahí me dejó boquiabierto. Había dos tíos, en pelotas, sentados en uno de los sillones, ambos con los miembros enhiestos y en la mano, tocándose para mantenerlos duros y que no flaquearan en ningún momento. Noté cómo se les endurecía todavía más al ver entrar a Amanda en el salón. Me pregunté si a lo mejor ella les habría dado el mismo recibimiento que a mí, supongo que eso fue lo que sucedió. A uno de ellos lo reconocí al instante. Era Luis, igual que yo, un antiguo amante de Diana, un tío de ojos verdes, un par de años mayor que yo, pelo corto y moreno, y un cuerpo bastante bien definido. Me había caído bien las pocas veces que habíamos coincidido, era un tipo bastante legal. Él también me reconoció y me saludó con una leve inclinación de cabeza, antes de volver a centrar su vista en Amanda, a quien le acarició el muslo con dulzura.

Ella le apartó la mano sin dedicarle ni siquiera una mirada, optó por dirigirse a mí:
—Ahora voy a buscar a la anfitriona arriba. Nadir, será mejor que te vayas quitando la ropa, creo que sería incómodo para todos si vas a estar vestido —y dicho esto, comenzó a subir las escaleras hacia el piso de arriba con esas bragas negras transparentes, mientras movía el culito con cada taconazo que daba.
Me apresuré a quitarme la ropa antes de dedicarle una mirada al otro hombre que estaba con nosotros en la habitación. Era un chico rubio, alto y de ojos azules, bastante musculado pero no lo suficiente como para resultar grotesco. Me pregunté quién sería y empecé a barajar nombres. Podría ser Julián o Mario, alguno de los otros ex de Diana, pero no estaba seguro. Me lo quité de la cabeza cuando empecé a oír el ruido de dos pares de zapatos que bajaban por la escalera. Me pregunté qué ropa tendría puesta Diana.

Y no llevaba puesto nada. Bueno sí, un conjunto de lencería negra que le cubría muy poco. Podías ver toda su anatomía, Diana era una verdadera ’BBW’ (Big Beautiful Woman), anchas caderas, pechos enormes coronados por pezones erguidos que siempre te quedaban ganas de chupar, un culo tremendo que te daban ganas de morder y palmear en cuanto lo veías aparecer. Todo eso acompañado por una graciosa naricilla, unos ojitos verdes que me parecían demasiado tiernos y un pelo castaño que se me antojaba perfecto tanto cuando estaba recogido como cuando estaba suelto sobre sus hombros, tal era el caso ahora. Además, es una de las pocas mujeres que conozco que está prácticamente tan salida como yo, o al menos dispuesta a admitirlo. Siempre le encantó ver porno, masturbarse a todas horas, y follar. Igual que a mí, por eso encajamos tan bien cuando nos conocimos.

Pero lo que me llamó la atención fue que estaba siendo Amanda quien guiaba a Diana a bajar las escaleras, cogida de su brazo como una amante preocupada. Cuando el rostro de mi antigua amante se sitúo dentro de mi campo de visión, vi que Diana tenía los ojos vendados por una tira negra. Avanzaba junto con su amiga riéndose, sin saber que ahí tenía a tres hombres que estaban deseando darle con todas sus fuerzas. Imaginé que Amanda le había colocado a Diana la venda antes de bajar para entregarle una sorpresa y le habría indicado que le cogiera del brazo. En mi mente, a pesar de la excitación por los acontecimientos que se iban desarrollando, he de admitir que también se iban agolpando poco a poco las dudas. Me preguntaba si habría sido idea de las dos o solo de Amanda, si acaso Diana le habría comentado una fantasía aparentemente irrealizable en alguna noche de borrachera y su amiga se sintió en la obligación de ponerla en práctica. Amanda acompañó a Diana hasta la entrada del salón y se puso delante de ella.
—Bueno, ahora tienes que ponerte de rodillas —le dijo. La sonrisa en sus labios era más que evidente. Se estaba descojonando con esto. Nos hizo señas para que nos acercáramos.
—De rodillas, vale —comentó Diana, obedeciendo y agachándose—¡coño, que frío está el suelo!
—Tú no pienses en eso ahora —dijo Amanda, aún con esa sonrisa de suficiencia—. Ahora mejor, ¿porque no te inclinas un poco hacia delante? Eso es
Luis era el que estaba más cerca. Su polla parecía tan dura que podría haber jurado que era una roca, y se erizó aún más cuando los labios de Diana se acercaron progresivamente a ella.
—Más cerca, más cerca anda—dijo Amanda sonriendo todavía—, ya casi estás.
De esa manera la polla de Luis entró en contacto con los labios de Diana. No sé qué podría estar pasando por la cabeza de mi querida en aquellos momentos, pero pude ver que una expresión pícara se formaba en sus rostro poco a poco.
—Vaya—le dijo, supuse que se estaba dirigiendo a su amiga—, me has traído justo lo que te pedí.
Se metió la punta de la polla de Luis en la boca, con la venda todavía colocada en los ojos, y comenzó a chuparla lentamente. Jose tenía un manubrio enorme, Diana me lo había comentado muchas veces, y no era para menos, ya que era tanto gruesa como larga, y Diana estaba tomándose bastante tiempo en pasarle la lengua por debajo y por arriba, y acariciarla con los dientes mientras se la restregaba por toda su cara. Intentó hasta hacerle una follada de cara, pero aquella tremenda verga no cabía en esa boca tan pequeña que tenía nuestra anfitriona. Diana le subió la verga, como había hecho Amanda conmigo, y le chupó los huevos, mientras con sus manos acariciaba el enorme miembro de Luis, bajando y subiendo poco a poco.
—Espera, espera, que hay más—le comentó Amanda susurrándole al oído. Se había puesto de rodillas detrás de ella y le estaba recogiendo el pelo para que no le molestara. Con la otra mano le acariciaba los pechos y le quitaba el sostén, dejando al descubierto esas dos tremendas tetazas que tanto me gustaban. Después descendió con su otro brazo hasta la vulva de Diana tocándola como para comprobar si se estaba humedeciendo, y la expresión de su cara me hizo pensar que era así. Entonces, llevó las extremidades de Diana, ya que su boca estaba todavía ocupada con Luis, hasta el flanco de Rubio y el mío y esta sonrío aún más cuando notó nuestras dos tremendas vergas que estaban durísimas. Empezó a masturbarnos a mí y a Rubio con suavidad, bajando y subiendo mientras seguía chupando los huevos y la enorme polla de Luis, que gemía de gozo ante las atenciones de la bella mujer.

Empezó también a chuparnos las pollas al Rubio y a mí, y casi me corrí del gusto cuando sentí sus labios entrando en contacto con la punta de mi miembro. Había echado mucho de menos aquella boca, aquella lengua, aquel cuerpo me empezó a lamer todo lo que se podía lamer, como Amanda había hecho antes. Pero aquello era mejor. Mucho mejor. Me estaba volviendo completamente loco de placer con sus manos, su boca, sus dientes. Siguió así durante un buen rato, hasta que se paró un momento y dijo:
—Yo no sé, pero estos sabores me suenan, creo que ya los he tenido antes en la boca.
Amanda parecía que iba a decir algo pero no pudo impedir que Diana se quitara la venda, dejando al descubierto esos hermosos ojitos verdes que tanto me gustaban. Al vernos a todos ahí parados, con las pollas endurecidas y humedecidas por su propia saliva, se quedó de piedra. Pero enseguida comenzó a reírse, tanto que parecía que iba a caerse hacia atrás. Se volvió hacia Amanda con una expresión de descaro.
—Eres una cabrona, tía —le dijo guiñándole el ojo—, mira qué bien te ha salido el plan.
De modo que había sido una encerrona por parte de la otra. Amanda se encogió de hombros y, acto seguido, se puso en pie y se fue a sentar en uno de los sillones, dando a entender que desde ahí seguiría el espectáculo con la mirada.
Diana continuó con nosotros, chupando, mamando y masturbándonos con sus manos y su boca. Intenté meter la mía hasta el fondo de su garganta, para hacerle una profunda, pero no pudo ser y, además, no quería forzarla hasta el límite de su capacidad antes de tiempo. El momento en el que más me excité fue cuando tuvo mi polla y la de Luis, las dos al mismo tiempo, en la boca. Es algo que me pone bastante a cien, que mi polla se roce con la de otro hombre cuando una chica me está dando placer. Creo que a Luis también le gustó bastante. Repetimos la misma operación unas cuantas veces, Amanda nos miraba desde el sillón. Se había quitado las bragas negras y estaba masturbándose. Veía sus dedos rozarse poco a poco con su clítoris, mientras observaba como Diana seguía entregando sus efusivas atenciones a nuestros miembros.

De repente, Rubio no se hizo esperar, se agachó y empezó a masturbar a Diana, palpando su clítoris y metiéndole los dedos. Diana empezó a gemir de placer, se notaba que le encantaba. Rubio sacó los dedos y se los metió dentro de la boca, saboreando los jugos de nuestra querida. Le pidió que se aupara un poco. Diana se puso a cuatro patas, todavía con la polla de Luis y la mía en la boca, saboreándolas como quien prueba un chupete de fresa.
Rubio comenzó a penetrar a Diana, al principio poco a poco, acostumbrándola, para después entrar y salir con violentas sacudidas, sus huevos restallando contra las nalgas de la preciosa morena mientras esta aullaba del placer. Siguió entregando su boca a Luis y a mi, que cada vez nos poníamos más cachondos al ver al Rubio montarla como si no hubiera mañana. No había duda, nosotros también queríamos un pedacito de ella.

Le dijimos al Rubio que cambiara de postura. El aceptó con un poco de mala gana. Se puso debajo de Diana y comenzó a penetrarla otra vez, ahora empujando hacia arriba. Yo me puse detrás, separando sus nalgas y observando aquel culito que tanta hambre me daba. Admiré aquel pequeño orificio que me apresuré a lamer, dando círculos con la lengua alrededor del mismo antes de intentar introducirla poco a poco y chupar aquella pequeña abertura. Diana suspiró, le estaba gustando. Me metí un dedo en la boca para lubricarlo con saliva y lo introduje, sin prisa pero sin pausa, en su ano. Metiéndolo y sacándolo. Después hice lo propio con otro, ya eran dos dedos que la penetraban. Se le estaba abriendo el culo, dilatándose cada vez más y más. Me puse en cuclillas, encima de ella, y empecé a penetrarla lentamente por detrás, mientras Rubio seguía haciendo lo mismo por delante.

Simultáneamente, Luis se había puesto al lado de Amanda, quien se la estaba mamando, no dispuesta a dejar que le quitáramos todo el protagonismo. Al mismo tiempo que ella le hacía una felación, él la masturbaba atrapando su clítoris entre los dedos, me parecía algo bastante tierno. Todo el mundo recibía algo, y eso a mi parecer era fantástico.
Nosotros dos seguíamos desviviéndonos con Diana, mientras ella emitía gemidos que eran una mescolanza de dolor y placer, o quizás de placer resultado del dolor. No obstante, en ningún momento nos dijo que paráramos, así que a mi modo interpreté que teníamos carta blanca para pisar a fondo. Rubio y ella se estaban besando, sus lenguas metiéndose la una dentro de la boca del otro, mojando sus labios con saliva. Desesperados, hambrientos, pletóricos. Desplacé mi agarré desde las caderas de Diana hasta sus hombros, no era una posición sencilla y estaba más que claro que para un principiante como un servidor no resultaba tan fácil como para un profesional del sexo entregado en cuerpo y alma. Mi mente había desaparecido y ahora actuaba por instinto, solo preocupado por mi deleite y el de los que me acompañaban.

En ese momento Luis apareció de nuevo en el panorama, no dispuesto a que le aventajásemos, y le pidió a Rubio que le hiciera sitio. Rubio accedió, otra vez un poco de mala gana, y se fue a que Amanda saboreara en su polla los jugos de su mejor amiga. Yo salí del culo de Diana y procedí a chuparle de nuevo el ano y morder sus gruesas nalgas, que estaban rebotando sobre el miembro de Luis con violencia felina. La gruesa polla de Luis aparecía y desaparecía delante de mí y lo cierto es que hasta me sentí tentado de pasarle la lengua por encima o hacer como había visto en muchas películas: agarrarla y chupar tanto su polla como el coño de Diana, pero me contuve. No tenía la constancia de que a Luis le fuera eso, así que decidí no hacerlo, si bien ganas no me faltaron, pero tenia constancia de los limites que podía o no podía romper, y estaba mas que claro que al ser tanto el como Rubio prácticamente heterosexuales, ese era uno de los tabúes inquebrantables en esta extraña reunión. En este tipo de encuentros se permite a las chicas jugar entre si, a los chicos rara vez. Seguí chupando el culito enrojecido de Diana, que rebotaba a mas no poder, antes de decirle al Rubio que me sustituyese un rato sodomizando al bellezón de ojos verdes. Mientras él lo hacía, me dediqué a que Amanda repitiese su limpieza de sable habitual. Estaba ansioso de sentir la lengua de esa preciosa morena rodeando mi glande otra vez. Se puso a ello inmediatamente, mientras yo observaba desde mi atalaya como Rubio y Luis penetraban por partida doble a Diana, que parecía en la gloria. Por sus expresiones, calculé que les faltaría poco para correrse, tenían en su rostro la mirada de unos hombres que están haciendo todo lo posible por luchar contra los mecanismos de su cuerpo, para dominar con la mente sus miembros viriles.

Cuando hubieron pasado apenas unos minutos, Luis procedió a apartar a Diana de encima de él, y se puso sobre ella a derramar la simiente procedente de su polla en la boca abierta de ella, encima de su lengua, que la ansiaba tremendamente. Era obvio que el pobre ya no aguantaba más. Rubio no se hizo esperar y también hizo lo mismo, dejando que su semen cayera sobre la garganta de nuestra morena. Yo me aparté de Amanda y también regué de leche la lengua y la boca de aquella mujer a la que tanto deseaba, a la que tanto deseábamos todos. Diana retuvo todo nuestro semen en los carrillos durante un momento, no sabía si se lo iba a tragar o no. Abrió la boca y dejo caer toda una lluvia blanca sobre sus pechos y sobre su vientre. Amanda se acercó a cuatro patas, arrastrándose lentamente, y procedió a chupar nuestra semilla de los pechos de Diana, mordisqueándole los pezones. En un instante, sus miradas se encontraron, y sonrieron antes de empezar a besarse tiernamente, al mismo tiempo que Diana le permitía a su amiga del alma saborear la simiente que habíamos derramado dentro de ella.

—Bueno—dijo Diana, levantándose de repente con una sonrisa de ojos verdes—, creo que me voy a dar una ducha.
Y salió a escape hacia su cuarto de baño, arriba. Ni beso de despedida, ni un agradecimiento, ni una indicación de que aquello hubiese sido algo memorable. Nos quedamos algo abotargados, lo cierto es que lo habíamos pasado bien, todos nosotros, pero no podíamos decir que no nos hubiera costado lo suyo mantener el ritmo. A veces Diana parecía dotada de una energía sobrenatural. Estábamos ahí, sudorosos, tiritando, con nuestras fuerzas gastadas, y nuestro objeto de deseo se había ido a donde no podíamos seguirla.
Pero todavía nos quedaba tiempo para algo más. Me giré hacia Amanda
—¿Tu todavía no estás cansada, no? —le pregunté, con los dientes afilados.

Rubio y Luis tuvieron la misma idea que yo y se acercaron lentamente hacia ella. Empezamos a besarla y a recorrer su cuerpo sudoroso, nuestros miembros estaban caídos tras la dura prueba con Diana y era obvio que tardaríamos un poco en recuperar nuestras fuerzas, pero para entonces tendríamos a alguien nuevo con quien gastarlas. Amanda sonrío con mis labios sobre los suyos, sabiendo que seguramente ella lo iba a pasar igual de bien que nosotros. Quién sabe, puede que incluso más.

Publicado por: nadircharro616
Publicado: 05/05/2023 15:03
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Comentarios: 2
A 13 personas les gusta este blog
Comentarios (2)

rjmencey | 07/05/2023 23:10

Rica encerrona

nadircharro616 | 08/05/2023 11:36

De ese tipo son las mejores :)

womantfe | 07/05/2023 22:22

Extenso pero intenso! 😌

nadircharro616 | 08/05/2023 11:37

Mis relatos son largos, pero quien llega al final sabe que ha merecido la pena, me alegro de que te haya gustado :)

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