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Te dedico esta ducha
Te dedico esta ducha
Te tengo que agradecer la mejor paja de mi vida.
Hace tres semanas que quedamos para follar por primera vez y me tienes "empolladísima". No nos podremos ver en unas semanas y para nuestro último encuentro te pedí que si me podías prestar ese juguetito dilatador anal que usamos en una ocasión.
Ese día volví a casa con un nuevo juguetito. Tengo ganas desde hace tiempo de que me abran el culo de nuevo, pero no encontraba a alguien digno a quién entregárselo.
Con Pirelli cargado, el resto de juguetes preparados, lubricante y una antorcha aliñada en mano me metí en lo que sería la mejor ducha que jamás ha existido y existirá jamás de los jamases de los universos conocidos y sin conocer, para mí.
Encendí la antorcha y le di una calada grande, esas que dices que has aprendido a dar por mirarme cuando fumo. Me encanta cuando alzo la mirada y te miro observándome, te has convertido en mi nueva debilidad. Dejé que me cayera el agua por la cabeza mojándome el pelo y escurriendo por mi espalda y mi culo, me encanta esa sensación. Me enjaboné creyendo que cuanto más jabón menos me dolería, ¡qué cosas!.
Miré los juguetes y di otra calada. Cogí la ventosa, mi silex de dieciocho centímetros y me rocé el clítoris buscando el piercing, ese punto exacto que desenfrena mi deseo. Seguí rozándome un ratito recordando las comidas que me hiciste anoche, sin duda de las mejores. Tras pensarlo y recordarte, no me entraron dudas de que podría ser de las mejores, no diré la mejor por no herir egos. Te necesito entre mis piernas, todo el rato, a todas horas. Me metí el consolador, follándome, recordándote sobre mí, debajo, detrás... por donde sea, en el hotel, en tu "casa" con vistas a las estrellas, en el sofá, en la cocina, en el sillón del copiloto... donde tu me quieras.
Pero llegó el siguiente turno y cogí el juguetito prestado. Le puse lubricante como para una orgía de quince pollones y me la pasé por el culo. Comencé a meterlo y tras varios intentos fallidos decidí parar unos minutos, notaba como lo tenía dilatado pero aún no lo suficiente.
Miré el reloj y habían pasado media hora. Esto no puede terminar sin metérmelo por el culo, pensé. Así que hubo un cambio de planes, ¿y si me voy dilatando también un poquito con el consolador?.
Lubriqué la puntita del pollón, me puse un poquito en pompa y fui metiéndolo. ¡Uy!, me entraba la cabecita. Noté como el culo me pedía más, desconocía lo tragón que podría llegar a tenerlo. Lo metí un poquito más, pasando la zona de la incomodidad para llegar al del deseo desenfrenado, ese que me hace sentir que desee estar aún más llena pero aún dolía, así que lo dejé un poquito dentro, que mi culo se fuera acostumbrando a él, y lo saqué lentamente.
Cogí una toalla que tenía preparada y sequé un trozo de los azulejos, aunque la verdad es que ya estaban bastantes secos, ahí me di cuenta de que la ducha se me estaba alargando y además, estaba sudando. Coloqué la ventosa justó en la esquina izquierda del tercer azulejo empezando por la derecha en la cuarta fila, esa es la perfecta para follarme. Le volví a poner lubricante, esta vez como para cuatro o cinco pollones y le pegué el culito, pasándola por el clítoris y abriéndome el coño con la puntita. La dejé subir y me la metí un poquito, con delicadeza pero firme. Me incliné un poquito y empujé hacia atrás, sintiendo como la cabeza ya entraba con facilidad, y con tanta facilidad que fue entrando un poco más, un poco más y me inundó el deseo de sentirla todo dentro. Ahora sí. Me sentía súper acelerada, la respiración descontrolada, me dolía el ano pero me encantaba tener ese pollón dentro, aunque fuera de silicona, sentía como me latía el clítoris y que además estaba hinchadisimo, quería follarme el culo.
Con la polla dentro y las nalgas pegadas a los azulejos lo volví a dejar unos segundos. Miré al nuevo juguetito y algo me pedía que me lo metiera. Con cuidado me despegué de la pared, jugué un poco y con bastante dificultad metí el juguete deshinchado en mi coño, luego lo fui hinchando poco a poco y sintiendo como me dejaba totalmente llenita. Me faltabas tú de rodillas con tu porte de adonis madurito comiéndome el clítoris.
Hinché tu juguetito al tope y por primera vez comencé a sentir como me entraba y salía un poquito el pollón en mi culo. Una sensación de placer me sube del estómago, siento como me llena los pulmones y me inunda, y no, no era cosa del aliñado. Me incliné algo más y comencé a sacarme lentamente la polla del culo, un poco más, pero no, mejor toda dentro. La metí toda empujando contra la pared, moviéndome sobre ella, me atrevería a decir que incluso hubo algo de perreo. . Me comencé a tocar el clítoris, quería más y ya no sabía qué más hacer, así que para darle ya un final a la ducha y sintiendo la necesidad, me volví a inclinar. Saqué y metí el consolador con cierto ritmo pero con cuidado, y ¡buah!. Pensé en tocarme el clítoris con la otra mano pero no me dio tiempo, en cuanto empecé a follarme más rápido, sentía que quería más, más fuerte, sentir unos huevos chocando contra mí, sentir como se despegan en cada embestida. Pero simplemente me corrí, como una corrida clitoriana, intensa, explosiva y que aunque me quedé agusto, me sentía con ganas de seguir follando hasta caer agotada, o me digas de parar para beber un poco de agua.
Tras unos segundos de transición para volver al mudo real, terminé de ducharme y de recoger lo que se convertiría en la mejor paja de mi vida. Y pensándolo bien, le entregué mi culo a quién mejor me lo iba a follar, yo misma. O eso creo, cuando nos volvamos a ver me gustaría comprobarlo.
Hace tres semanas que quedamos para follar por primera vez y me tienes "empolladísima". No nos podremos ver en unas semanas y para nuestro último encuentro te pedí que si me podías prestar ese juguetito dilatador anal que usamos en una ocasión.
Ese día volví a casa con un nuevo juguetito. Tengo ganas desde hace tiempo de que me abran el culo de nuevo, pero no encontraba a alguien digno a quién entregárselo.
Con Pirelli cargado, el resto de juguetes preparados, lubricante y una antorcha aliñada en mano me metí en lo que sería la mejor ducha que jamás ha existido y existirá jamás de los jamases de los universos conocidos y sin conocer, para mí.
Encendí la antorcha y le di una calada grande, esas que dices que has aprendido a dar por mirarme cuando fumo. Me encanta cuando alzo la mirada y te miro observándome, te has convertido en mi nueva debilidad. Dejé que me cayera el agua por la cabeza mojándome el pelo y escurriendo por mi espalda y mi culo, me encanta esa sensación. Me enjaboné creyendo que cuanto más jabón menos me dolería, ¡qué cosas!.
Miré los juguetes y di otra calada. Cogí la ventosa, mi silex de dieciocho centímetros y me rocé el clítoris buscando el piercing, ese punto exacto que desenfrena mi deseo. Seguí rozándome un ratito recordando las comidas que me hiciste anoche, sin duda de las mejores. Tras pensarlo y recordarte, no me entraron dudas de que podría ser de las mejores, no diré la mejor por no herir egos. Te necesito entre mis piernas, todo el rato, a todas horas. Me metí el consolador, follándome, recordándote sobre mí, debajo, detrás... por donde sea, en el hotel, en tu "casa" con vistas a las estrellas, en el sofá, en la cocina, en el sillón del copiloto... donde tu me quieras.
Pero llegó el siguiente turno y cogí el juguetito prestado. Le puse lubricante como para una orgía de quince pollones y me la pasé por el culo. Comencé a meterlo y tras varios intentos fallidos decidí parar unos minutos, notaba como lo tenía dilatado pero aún no lo suficiente.
Miré el reloj y habían pasado media hora. Esto no puede terminar sin metérmelo por el culo, pensé. Así que hubo un cambio de planes, ¿y si me voy dilatando también un poquito con el consolador?.
Lubriqué la puntita del pollón, me puse un poquito en pompa y fui metiéndolo. ¡Uy!, me entraba la cabecita. Noté como el culo me pedía más, desconocía lo tragón que podría llegar a tenerlo. Lo metí un poquito más, pasando la zona de la incomodidad para llegar al del deseo desenfrenado, ese que me hace sentir que desee estar aún más llena pero aún dolía, así que lo dejé un poquito dentro, que mi culo se fuera acostumbrando a él, y lo saqué lentamente.
Cogí una toalla que tenía preparada y sequé un trozo de los azulejos, aunque la verdad es que ya estaban bastantes secos, ahí me di cuenta de que la ducha se me estaba alargando y además, estaba sudando. Coloqué la ventosa justó en la esquina izquierda del tercer azulejo empezando por la derecha en la cuarta fila, esa es la perfecta para follarme. Le volví a poner lubricante, esta vez como para cuatro o cinco pollones y le pegué el culito, pasándola por el clítoris y abriéndome el coño con la puntita. La dejé subir y me la metí un poquito, con delicadeza pero firme. Me incliné un poquito y empujé hacia atrás, sintiendo como la cabeza ya entraba con facilidad, y con tanta facilidad que fue entrando un poco más, un poco más y me inundó el deseo de sentirla todo dentro. Ahora sí. Me sentía súper acelerada, la respiración descontrolada, me dolía el ano pero me encantaba tener ese pollón dentro, aunque fuera de silicona, sentía como me latía el clítoris y que además estaba hinchadisimo, quería follarme el culo.
Con la polla dentro y las nalgas pegadas a los azulejos lo volví a dejar unos segundos. Miré al nuevo juguetito y algo me pedía que me lo metiera. Con cuidado me despegué de la pared, jugué un poco y con bastante dificultad metí el juguete deshinchado en mi coño, luego lo fui hinchando poco a poco y sintiendo como me dejaba totalmente llenita. Me faltabas tú de rodillas con tu porte de adonis madurito comiéndome el clítoris.
Hinché tu juguetito al tope y por primera vez comencé a sentir como me entraba y salía un poquito el pollón en mi culo. Una sensación de placer me sube del estómago, siento como me llena los pulmones y me inunda, y no, no era cosa del aliñado. Me incliné algo más y comencé a sacarme lentamente la polla del culo, un poco más, pero no, mejor toda dentro. La metí toda empujando contra la pared, moviéndome sobre ella, me atrevería a decir que incluso hubo algo de perreo. . Me comencé a tocar el clítoris, quería más y ya no sabía qué más hacer, así que para darle ya un final a la ducha y sintiendo la necesidad, me volví a inclinar. Saqué y metí el consolador con cierto ritmo pero con cuidado, y ¡buah!. Pensé en tocarme el clítoris con la otra mano pero no me dio tiempo, en cuanto empecé a follarme más rápido, sentía que quería más, más fuerte, sentir unos huevos chocando contra mí, sentir como se despegan en cada embestida. Pero simplemente me corrí, como una corrida clitoriana, intensa, explosiva y que aunque me quedé agusto, me sentía con ganas de seguir follando hasta caer agotada, o me digas de parar para beber un poco de agua.
Tras unos segundos de transición para volver al mudo real, terminé de ducharme y de recoger lo que se convertiría en la mejor paja de mi vida. Y pensándolo bien, le entregué mi culo a quién mejor me lo iba a follar, yo misma. O eso creo, cuando nos volvamos a ver me gustaría comprobarlo.
Publicado por: gordisima
Publicado: 26/07/2023 22:00
Visto (veces): 840
Comentarios: 7
Publicado: 26/07/2023 22:00
Visto (veces): 840
Comentarios: 7
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carlostfs | 29/08/2023 07:58
Yo quiero una ducha así contigo
canarioo1983 | 09/08/2023 10:08
Que ricura de ducha ya me gustaría poder estar un día en esa ducha también
tfcan69 | 04/08/2023 10:07
saber lo que a un@ le gusta, y llevarlo a cabo solo o en compañía, eso es disfrutar de cada sexualidad. muy morboso relato
rjmencey | 04/08/2023 09:24
Muy buen relato, intenso, una mujer de armas tomar
elfontanerolp | 04/08/2023 07:08
No hay mejor sexo que el proporcionado por uno mismo. Sabe cómo, dónde y cuándo .
javiertf03 | 03/08/2023 23:58
Que morbo. Me encanta como escribes.
adrianoxl87 | 03/08/2023 23:31
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