Cadenas

Cadenas

Y, efectivamente, pasaron unos meses, pero volví a asistir a esa fiesta.
La vez anterior me pilló de novata, a ciegas. No era consciente de lo mucho que me iba a gustar transformarme por una noche en otra persona. Disfruté, follé, bailé ytonta de mí, pensaba que eso era lo único que había. Follarte a gente mientras el resto se tocan. Chupar, lamer, gemir.

Uff, la primera vez fue maravillosa. Sin embargo no nos quedemos ahí. Ésta segunda vez ha sido peculiarmente distinta.

Para empezar ya vine preparada. Me había comprado un mono completamente de rejilla, elegantemente escandaloso. Consistía en una especie de camiseta de tirantes que, obviamente dejaba ver todo mi torso, con decoraciones de puntilla negra. Ésto iba unido a unas medias altas por unas finas telas negras a modo de liguero. No sé si os hacéis la idea, pero era precioso. Y me hacía un culo muy apetecible, de paso.

Llegué con mi amiga, su novio y otro amigo común. Y nada más entrar comenzó el morbo. Adoro ver cómo gente prácticamente desnuda se contonea al ritmo de la noche. Unos chicos, qué chicos. Con unos torsos que daban ganas de relamerlos abdominal tras abdominal y con unos arneses que le dejaban medio culito fuera, provocando el azote.

Ok, sí, ya iba muy cachonda nada más al comenzar.

Habíamos quedado con otro grupo de personas y fue entonces, cuando lo conocí. Complexión media, alto, de pelo moreno con algunas canas, de sonrisa encantadora y profundo acento argentino. Era el típico tío que nunca se fijaría en mí. Por eso en un primer vistazo no le presté atención. Hasta que me fijé en el collar que rodeaba su cuello y la correa que él mismo sostenía. Mis ojos brillaron.

Y por lo visto los suyos también.

Era la primera vez que venían y, ya como "todos unos expertos", les hicimos una visita guiada. Al llegar a la mazmorra, mientras él alucinaba y disfrutaba, de cómo caía la cera sobre los pechos de mi amiga, pasé la mano por su cuello. Era un collar muy bien hecho. Le pregunté si le hacía daño si le tiraban y él respondió que no.

A mi parecer el tiempo se paró. Él sonrió, se desenrolló la cadena del cuello, la puso en mi mano y me cerró los dedos con decisión. "Te sienta muy bien". Yo lo miré con esa media sonrisa que destilaba perversión. "Te propongo un juego". Sabía perfectamente cuál era su proposición y prácticamente antes de que comenzara a explicarlo ya tenía el "Sí".

"Yo normalmente suelo ser bastante activo, pero esta noche me apetece que me ordenen. Es la primera vez que lo hago así que, si te atreves, podemos probar un ratito". Uffff otra de mis más oscuras fantasías estaba cobrando forma. Un escalofrío me recorrió de arriba a abajo y mi entrepierna reaccionó rápidamente ante esas palabras.

"Vale, podemos probar, pero ya te aviso que también soy nueva en esto".

Hablamos.

Siempre hay que dejarlo todo claro. A mí no me gusta el dolor ni provocarlo, a él tampoco. ¿Vejaciones e insultos? Eso ni lo nombré, como ya he dicho, no me gusta provocar dolor.

Órdenes. Él quería órdenes.

Y a mi me excita tanto mandar.

Caminamos rumbo de la pista de baile. "Ama, ¿puedo bailar?" "No", le dije. Era momento de presumir de esclavo. Mis amigos nos miraban atónitos y aplaudían ese nuevo juego de roles. Y yo estaba contenta y muy excitada, sin soltar la correa, frotando mi espalda con su pecho. Dejando muy claro, que ahora él era mío.

"Ama, ¿Puedo mirar a otras chicas?" Aquí, al contrario de lo que todo el mundo pensaría le dije que sí. Me traicionó mi yo interior, que seguía pensando que un tipo como él nunca se fijaría en alguien como yo. Triste, pero, c’est la vie.

"Una buena ama no deja la correa tan suelta, el esclavo se puede escapar". "No te vas a ir muy lejos" le dije mientras caminaba y enrollaba mi mano en la cadena tirándole para que a mi paso se chocase contra mi espalda. Cuánto más corta la cuerda mayor sensación de poder. Es curioso la energía que puede llegar a transmitir una simple cadena de metal. Acababa llevándolo prácticamente pegado a mi espalda, la gente nos cedía el paso conscientes de nuestro juego y yo me contentaba frotando mi culo con su entrepierna como quien no quiere la cosa, presumiendo de poder hacerlo.

"Tengo que ir al baño". "Vamos". Lo llevé al aseo, dejé la puerta abierta de par en par para que el que pasase admirase el espectáculo y apreté ligeramente más la correa. "¿Te puedo mirar mientras lo haces, no?" pregunté como buena novata. Él simplemente sonrió, se la sacó y un escalofrío placentero volvió a recorrerme al ver cómo de gorda estaba. Una buena ama no la puede disfrutar, solo puede salivar al imaginarla en su boca.

Había llegado el momento de ir a por una víctima de nuestro juego. Pasamos al laberinto de pasillos hasta llegar a la sala de la cama redonda. En mi mente solo aparecía la imagen de su cuerpo tendido en la cama y a su alrededor una macro orgia siendo él el protagonista y yo la directora de escena. Pero no, primero había que aclarar algunos límites. Chicas, solo chicas. Lástima.

En fin A quién no le va a gustar meter los dedos en coño ajeno.

No fue sencillo, tuvimos que preguntar bastante, pero la encontramos por fin. Me acerqué, obviamente con él a mi espalda, le comenté qué es lo que queríamos hacer. Ella simplemente lo miró de arriba a abajo y asintió. La cogimos de la mano, la senté en un banco y le dije "Cómele el coño".

Él se arrodilló, ella en un movimiento rápido se quitó las bragas y comenzó el aperitivo. Poco a poco su respiración se volvieron gemidos, ella se estiraba excitada y apretaba la cabeza de él para que lo hiciese más profundo. El sacaba sus dedos se los metía en la boca para que se empapasen y los metía de nuevo en su sitio preferido.

A mi me quemaba la piel de contemplar semejante obra maestra. Me senté a su lado, apreté mi mano contra mis bragas y me mordí el labio de puro placer. Estaban empapadas. Suspiré y comencé a tocarme despacio, sin perder detalle.

A mi lado, un tipo se masturbaba al unísono y nos traspasaba con la mirada. "¿Puedo comértelo?" Yo accedí encantada comprobando como el chico se arrodillaba también delante de mí y deslizaba la poca tela de mi ropa interior. Me derretí al sentir cómo su lengua se deslizaba entre mis labios.

El placer me recorría todo el cuerpo. Creía morir. No. Definitivamente, ese era mi cielo.

Y ella. Uff. Ella. Se estremecía apretando mi mano. Sus gemidos iban en aumento, resonando en mi cabeza. Hasta que se dejó llevar y todos acogimos ese orgasmo en común. Increíble.

Por fin se relajó y continuó sentada, recobrando la respiración, mientras mi esclavo me observaba de forma casi inocente, relamiéndose y pidiéndome instrucciones. Otra vez, esa mirada, otra vez.

Golpe de realidad. Ahora eres una ama, no te puedes dejar llevar. Creedme cuando os digo que fue doloroso cuando le pedí al otro chico que parase porque nos teníamos que ir y que él no se podía unir. Lo entendió bastante rápido. Nuestro juego era así. Me besó a modo de despedida, reconocí mi sabor en sus labios y nos incorporamos todos.

Llegó el momento. Me acerqué rápida al oído de mi esclavo y le susurré con voz clara "Escúchame, quiero ver cómo te la follas, cómo la revientas" "Sí, mi ama, y mientras te estaré mirando a ti".

Mi temperatura corporal aumentó peligrosamente ¿Hace falta que describa lo que sentí al interiorizar esas palabras? Tomé sus manos y nos dirigimos a uno de los reservados.

Una vez allí, tras cerrar la puerta, me aparté un poco ya que el cubículo no era muy grande y dije las palabras mágicas. "Podéis comenzar".

No miento, éste recuerdo se vuelve un poco confuso y me cuesta plasmar el orden de los acontecimientos tal y como fueron. Culpad al alcohol y a mi mente, que en ese momento prácticamente hervía. Aún así lo cuento como creo que sucedió.

Ellos, apoyados en una pared, se besaron con pasión mientras sus manos recorrían sus cuerpos muy excitados. Él me buscaba con la mirada con una media sonrisa lasciva que me hacía estremecer desde la pared opuesta.

Hubo un momento en que me acerqué, pasé la mano por la espalda de ella hasta su cuello, separándola unos centímetros de él y probé por fin sus labios. Jugosos y suaves ¿Y a él? Con él saqué la lengua, recorrí su mejilla y volví a sonreír antes de regresar a mi rincón de espectadora.

Y comenzó la función. Ella (o él?), cachonda por completo sacó un condón. Ella se giró, apoyando sus manos en la pared de enfrente, frotando su culo desnudo contra su pantalón. Mmmmno me había fijado antes en ese culo tan apetecible, pálido, redondo y precioso. "Mmmooh". Ya estaba dentro.

Él procuró ir despacio, pero ella no lo dejó presionando su coño contra él con presteza. Realmente estábamos en el paraíso. Él tomó el mando de nuevo marcando sus dedos en su culo y empezó a clavarla sin parar. Ella gemía, acompañando con sus caderas el movimiento mientras sus tetas se zarandeaban libres. Ufff menuda imagen.

Yo, apoyada al otro lado de la pared no podía quedarme quieta. Me mordía los labios, acariciaba mis pechos y los estrujaba, sin parpadear para no perderme nada. Los gemidos de esa chica resonaban de nuevo a escasos centímetros de donde yo estaba. Mi mano apretaba mi coño y lo acariciaba en círculos provocando en mí unos jadeos que se unían a los de todos.

Uff y cómo olvidar sus ojos. Que se clavaban en mí mientras resoplaba. Y el sonido húmedo de culo con cadera. Todos sabemos a lo que me refiero. Ese ruido que nos encanta. Flotabamos en esa nube de lujuria compartida.

"Azótame" pedía ella entre gemido y gemido. "Dame más, más". Yo, como buena ama se lo repetía para que la satisficiera. "Uff, aaah, siii". Qué placer. "Cógeme del cuello" me dijo completamente absorbida por el momento. Y eso hice, paré de tocarme y clavé mis dedos en su cuello. No sin dejar de mirar a mi esclavo y dar otra orden. "Reviéntale el coño".

En algún momento concreto, no me pude resistir y volví a fallar como ama, recorriendo con mi lengua su miembro. Pero eso está borroso en mi mente.

Lo siguiente que recuerdo es tenerla a ella sujeta contra la pared al tiempo que yo besaba y acariciaba sus pechos. De tamaño medio, blancos, muy suaves y con unos pezones pequeños y rosas. También eran preciosos igual que toda ella en su conjunto.

Poco a poco fui bajando hasta que llegué a su coño. Le metí un dedo despacito y busqué su clítoris con la lengua. Así, de pie, era algo complejo. Saqué el dedo, lo metí en su boca y, tal como me pidió, probé a introducir 2 más. Yo estaba muy hambrienta y ella estaba deliciosa.

Aún así mis inseguridades no me dejaron terminar. No era consciente de que lo hiciese bien o mal. Demasiado tiempo que no lo hacía con una chica. O quizás fue la posición, que no era la mejor. No lo sé. Al fin y al cabo todos somos humanos.

La besé de nuevo algo nerviosa. "¿Todo bien?" le pregunté con voz suave y ella asintió sonriendo. "Bueno, ¿y tú cómo te llamas?" "Marcela, por ejemplo". Me hizo gracia esa respuesta. De nuevo el ambiente estaba calmado y prácticamente se transformó en una conversación de ascensor mientras aprovechamos para fumar, al igual que en mi visita anterior.

"¿Y ahora qué te apetece hacer? ¿Buscamos otra víctima?" "Pues vale" me dijo él encogiéndose de hombros como quien no quiere la cosa.

Lástima, esa otra víctima no llegó.

En otro de los momentos de la noche. Mientras bailabamos, se escapó rápido a pedirse una copa. Y yo, pues, sinceramente, me desconecté. Charlando con mis amigxs me propusieron volver a ir a fumar a un reservado.

Estabamos alli, apretados, de chill cuando la situación cambió radicalmente. Comenzó con uno de los chicos que quería pasar el humo del vapper de boca en boca para ver si salía. De que me di cuenta una de las parejas comenzó a liarse y a magrearse fuertemente y otra de las parejas metió por medio a otra chica y comenzaron a besarse y tocarse entre los tres. Y yo allí, fumando, disfrutando con las vistas.

Sin embargo, de pronto me empecé a incomodar, a sentir que me faltaba algo, como una presión en el pecho que no se iba y caí en la cuenta."¡Mi esclavo!". Abrí la puerta. "Lo siento, he perdido a mi esclavo, voy a buscarlo, pasadlo bien" y cerré dejándolos con su historia.

Salí corriendo y me lo encontré frente la puerta del laberinto. "¡¡¡Ama!!!" "¡Esclavo!" Nos fundimos en un abrazo efusivo.

"Vaya mierda de ama, que me abandona". La situación no dejaba de ser graciosa a pesar de que tenía toda la razón del mundo. "No te he abandonado, tú si me voy te tendrías que quedar quieto".

En fin, así fue. Han pasado dos días de aquello y lo recuerdo con cariño. Podría haber hecho muchísimas más cosas, podría portarme peor con él, pero ya es tarde. Esa noche ya pasó.

"¿Te das cuenta? Es el amo el que depende del esclavo, sin él no es nadie" me dijo en algún momento de la noche. Y no le faltaba razón.

Al fin y al cabo, tras volver a releer estas líneas, dime quién realmente fue el amo y quién el esclavo.

Publicado por: thaiseinark
Publicado: 04/10/2023 01:21
Visto (veces): 294
Comentarios: 2
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Comentarios (2)

rjmencey | 16/10/2023 10:45

Que bien escribes, leí tu otro escrito y este, como enganchas a la lectura, como te mete en la piel, transmites lo que sientes uff... si es real... uff. Encima planteas cuestiones muy, muy interesante, donde está el límite de uno mismo y como rompes los tabus... mente abierta... wuauuu

indio57 | 06/10/2023 16:32

Has descubierto el auténtico poder... Y el gran secreto del B.. D. S. M. Te faltaría pulir algunos temas pero... Hay madera de Ama. Sigue aprendiendo.

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