Cada hombre tiene dos biografías eróticas. Por lo general se habla sólo de la primera: la lista de sus amores y encuentros amorosos. Es probable que sea más interesante la segunda biografía: las muchas mujeres que hemos deseado y que se nos escaparon, la dolorosa historia de las posibilidades no realizadas.
Pero hay aún una tercera, secreta e inquietante categoría de mujeres. Son aquellas con las que no pudimos y no supimos tener nada en común. Nos gustaron, nosotros les gustamos a ellas, pero al mismo tiempo comprendimos de inmediato que no podíamos tenerlas porque al estar con ellas nos encontrábamos del otro lado de la frontera.