Creo que las mujeres maduras son las mejores amantes.
Normalmente saben ser y estar.
Les encanta entregarse y experimentar, mostrar su enorme sensualidad, pedir y dar, jugar con las velocidades, preparar los encuentros, tomar la iniciativa, cuidar los momentos previos de máxima morbosidad.
Y luego, luego, la maravilla de ver a una mujer madura disfrutar... es algo único cuando la explosión llega a la vez para ella y para ti. La explosión del orgasmo compartido, agarrados y abrazados y dándose esos besos maravillosos que representan el culmen de la entrega máxima del uno al otro. Eso precisamente me sucedió con P. Dulce, cuidadosa, ojos verdes, piel blanquita, sexy, muy sexi, sin ser una modelo, que no es lo que yo particularmente busco. Una mujer casada, ávida de placer, desatendida (como yo), a la que pude ofrecerle y quien supo darme, todo el gozo que necesitamos.
P. es hermosa en su alma y en sus sonrisas, en su disfrutar, en su desnudez tan solo cubierta por un camisón de noche oscuro. Sus ojos hablan, su mirada y sus gemidos quitan el sentido, su cabalgar es de yegua que conoce las ventajas de la cadencia lenta. Sabe detenerse y reanudar la marcha, con la velocidad justa que enloquece. No es vulgar, es sensual. No usa carmín, ni artificios que enmascaran su extrema feminidad. Es toda una hembra, con todas las letras, una mujer delicada que me folló sin compasión cada vez que se lo pedí, clavándose enteramente sobre mí hasta estallar ambos como si fuéramos a morir... Jamás nada fue como con ella. Jamás la manzana del pecado supo tanto.
yamil | 14/07/2025 20:27
En efecto. Lo fue