La Vecina.

Es lunes tarde, llegando de trabajar. Hace dos meses que me he mudado a este edificio y por lo que podéis imaginar no conozco a nadie aún de los vecinos.
Pues lo que os iba comentando llegaba de trabajar cansado, eso que dejo mi coche en el garaje y me dispongo a llamar al ascensor cuando llega a mi lado una vecina.
Nos saludamos, y ella me pregunta ¿eres nuevo?.  Y yo le dije que si, que llevaba un mes viviendo en el edificio, por lo que ella me dijo que me había visto entrar y salir.
El ascensor se demoraba y seguiamos charlando esperando, comentando que llegabamos reventados de trabajar y que encima era lunes aún. Subimos al ascensor y los dos marcamos el mismo número, ambos nos sonréimos por la casualidad.
Una vez que habíamos llegado a nuestro piso, ella me dijo que si quería después de ducharnos y descansar algo que me invitaba a cenar en su casa y así seguiríamos conociéndonos. Ya que suponía que ibamos a ser vecinos por mucho tiempo, respondiéndole que mi intensión era serlo por mucho tiempo.
Pues quedamos en una hora y media mientras me guiñaba el ojo.

Pues yo ingenuo de mi me tomé mi tiempo, me duche y me pusé a ver la tele. Pero sin darme cuenta me quedé dormido, gracias que me tocaron en el timbre (ring... ring). Y allí estaba ella diciéndome muchacho me tienes esperando y no vienes con la cena tan rica que te he hecho, por lo que podréis imaginar que le explíque lo ocurrido y ella me responde a ti te hace falta un día de relax mientras en sus labios se dibujaba una sonrisa picarona, en donde yo empecé a creer que buscaba algo más...

Bueno nos sentamos en la mesa y la verdad que tenía una pinta la cena maravillosa pero si os soy sincero cuando miré hacia ella me empezó a palpitar todo el cuerpo, estaba hermosa, muy hermosa. Con su 1, 75 cm, pelo negro de media melena y ojos color miel que brillaban cuando cruzabamos las miradas.

Pues fue maravilloso cenar con tal monumento frente a mi, sin quitar merito a la cena que había preparado y el vino afrutado que estabamos degustando. Como sabréis el vino va subiendo y la conversación que habíamos mantenido durante la cena se fue degenerando en una conversación de preguntas personales en busca de saber si estamos comprometidos o los gustos de ambos sobre el sexo opuesto.
Hasta que llego el momento en el que yo le dije lo guapa que me parecía y la satisfación de tenerla de vecina, porque nunca antes había tenido tal recibimiento de un vecino o vecina.
Ella ni corta ni perezosa, me coloco su pierna en mi sexo. Y en el momento de tomar contacto con su pierna la cosa se puso rígida, donde ella aprovecho para ponerme más cachondo con su mirada. Primero mirando a mis ojos intentando captar mi mirada y luego mirando ella sus senos para que mis ojos se fijaran ellos. En ese momento ya despeje todas mis dudas ella buscaba algo más.

Pues nos levantamos de la mesa y la acompañe hasta su habitación, con el aroma que desprendía era fácil seguirla. En ese momento la empuje a la cama, donde ella me decía ven que los dos necesitamos desestresarnos. Los comimos a besos mientras nos desnudamos, fue una locura cuando ví esos senos desnudos que bellezas naturales una 95 bien proporcionados y en forma de peras, teniendo dos generosos pezones, mmmmmm. Ella no paro hasta poder llegar a mi polla, hasta ensalivarla y chuparla con pasión. Uffff nunca me la habían chupado con tanta energía, ambos nos dabamos placer siempre buscando ambos la satisfación plena de ambos. Hasta que ella me suplico que no podía más que la penetrara, por lo que me dispuse a ello.
Agarré mi polla y la conduje a su rajita donde ella me miraba con ansias de sentirla dentro de ella, llego el momento ambos nos miramos con miradas tiernas. Y ella susurro házmelo despacito que estoy disfrutando como nunca, pues le hice caso ibamos acompasados nuestros jadeos se compenetraban y se hacían más fuertes a medida que ibamos avanzando, hasta que sucedio lo que nunca me había pasado llegar ambos al mismo tiempo al órgasmo.

Desde entonces seguimos teniendo nuestros encuentros y seguimos siendo vecinos.
Espero seguir contándoles nuestros encuentro, siempre y cuando ella me de permiso para ello.